segunda-feira, 13 de junho de 2011

EL AGUIJÓN EN LA CARNE y carne en el aguijón


Pablo dijo que tuvo grandes visiones y revelaciones espirituales – Fue llevado al paraíso donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.  -, y que por causa de eso le fue dado de parte de Dios un mensajero de Satanás para que lo abofetee, con la finalidad de que el apóstol  no se enaltezca sobremanera por las cosas que le estaban siendo reveladas.
Rogó a Dios tres veces  para  quedar libre de aquel “aguijón en su carne”.
Pero Dios no se lo quitó, solamente le dijo a Pablo: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
¿Qué aguijón era ese?
Muchas personas bien intencionadas ya han opinado sobre este asunto
El aguijón del apóstol dijeron que podría ser una conjuntivitis crónica, ya fue la persecución de los judaizantes, ya fue el hecho de tener que trabajar a fin de mantener el ministerio, ya fueron las calamidades y los desasosiegos de la vida que le ocurrieron, ya fue el hecho de no ser aceptado por la iglesia de Jerusalén, ya fue muchas cosas más…
En el inicio de la década de los setenta, en los Estados Unidos, y después en la década de los ochenta, en Brasil el aguijón de Pablo obtuvo otro “DIAGNOSTICO”
Leí y escuché personas intentando convencer al público de lo contrario. En el auge de la Teología de la Prosperidad, con sus líderes anunciando una era en la cual la fe rehma curaba todo y que quien no se sanaba era por que no creía, el aguijón de Pablo dejó de ser asociado a cualquier forma de enfermedad  o debilidad física o financiera
Pablo no podía enfermarse más y solo pasaba privaciones por decisión propia. ¡Esto gustaba!
El apóstol se transformara en el súper hombre de Friedrich Nietzsche.
Ni el propio Nietzsche creería que Pablo se transmutara en el súper hombre de los cristianos, superior al súper hombre de Zaratustra.
El hecho es que Pablo, ahora, no tenía más permiso para enfermarse.
¿Sería falta de fe?
¿Al final como  podía curar si él mismo estaba enfermo?
En un mundo donde el poder es del hombre, solamente seres absolutamente sanos pueden transmitir salud.
Al final,(para muchos) el don no es de gracia, sino una virtud desarrollada por el súper hombre.
Así, el aguijón en la carne de Pablo dejó de ser cualquier cosa anteriormente relacionada a él, convirtiéndose así, en cualquier cosa menos en una enfermedad física – psicológica o afectiva, ¡ni pensar!, pero no fue identificado como algo objetivo.
Solo se sabía que el apóstol  tenía un “aguijón en la carne”, y que no debía ser tan “importante”, pues Dios no quiso removerlo…
Hasta  mismo la afirmación apostólica de que el aguijón tenía finalidades terapéuticas no mas fue  llevada en consideración.
¿Será que Pablo se llenó de soberbia?
 ¡Jamás! Gritan los santos mas santos que Pablo
Y, así, van des-aguijoneando a Pablo por un único motivo: ¡Para nosotros (dicen algunos) la Gracia no es suficiente y el poder no se perfecciona en la debilidad!
Esa “gracia” solo es suficiente como un adorno dulce al pastel  de NUESTRAS PROPIAS VIRTUDES.
Esa  “nuestra gracia” no produce humildad y dependencia  de Dios, sino arrogancia y autonomía en relación a Dios.
Ese “poder” sólo se perfecciona como estatus atribuido al suceso de las virtudes de la “fe” obstinada y que llega donde quiere por que así lo determina.
Ese “poder” produce seres malévolos y esa “fe” puede hasta colocar al individuo donde él quiere, solo que no lo coloca donde Dios desea.
Para que podamos entender lo que le sucedió a Pablo, no se tiene  que saber lo que le sucedió a él – sino lo que le pasaba en su vida interior.
Y para que sepamos de lo que se trata, es suficiente que nos analicemos a nosotros mismos. Buena parte del tiempo que se gasta intentando saber informaciones históricas sobre el “aguijón histórico” de Pablo,  robamos tiempo al viaje para dentro de nosotros mismos, donde este fenómeno se repite, aunque exteriormente  el  tenga otra cara, tal vez diferente a la de Pablo

Hay tres principios que necesitan ser entendidos a fin de que se comprenda acerca de lo que el apóstol está diciendo.
1.- El principio de los polos opuestos:
A toda virtud humana (si así pudiésemos definir lo que no nace en nosotros, sino que viene de Dios) corresponde un polo o extremo des-virtuoso.
Así, es la abundancia del pecado que hace superabundar la Gracia.
Mejor dicho: es porque la mujer de la noche oscura se había dado a muchos falsos amores (en la vivencia de su propia carencia) que ahora ella oye el elogio del Señor diciendo que ella “mucho ama”.
¡Tanto amor!
¿Pero lo que había dentro de ella?
Los productos de aquella misma virtud ya habían tenido cara de lujuria, promiscuidad y vagabundaje (para los espectadores), como aquel fariseo dueño de la casa.
De la misma forma, siempre que se vea grandes virtudes se puede saber que existe el equivalente polar u opuesto dentro del mismo ser.
Por ese motivo grandes “revelaciones” se hacen acompañar de “mensajeros de Satanás” con la finalidad de equilibrar el bien en nosotros.
No hay en nosotros equilibrio ni para vivir el bien absoluto.
Nada absoluto puede ser dado a un ser  caído.
Lo corrompe.
Lo enferma.
Lo hace caer de la Gracia.
El único absoluto que no se corrompe en un mundo caído es el absoluto del amor de Dios.
Al final, ese es el mundo caído. Y en él muchas veces es del abismo que somos lanzados a los cielos más elevados en la Gracia!
2. El principio de la corruptibilidad de cualquier poder sin debilidad:
Todo poder en un mundo caído, tiene la particularidad de corromper, ¡cuánto más todo poder! No apenas el poder político, económico intelectual y cultural corrompen y se tornan instrumentos de control y soberanía, sino también hasta mismo las virtudes del poder ético, de la moral, de la santidad y de la propia sabiduría – ¡cuánto más la revelación!
Por eso es que todos los hombres que manifestaron el poder de Dios en la Biblia tuvieron que vivir en debilidad. Poder de Dios sin debilidad produce un diablo en el ser. Transforma el “Querubín protector” en el “acusador de los hermanos”.
Para el bien de la propia alma el ser tiene que conocer, sin poder realizar todo lo que conoce; saber, sin alcanzar todo lo que discernió, alcanzar, sin poder decir que llego allí solito.
 ¡Es así que tiene que ser en un mundo caído!
3.- El principio de la gracia solo opera como gracia productiva en la debilidad:
Sin que la gracia se manifieste en la debilidad, no es y ni hay gracia, pues, en ese caso, la virtud humana y  la gloria, es de quien piensa que lo consiguió por su propia cuenta.
Para que la gracia crezca en nosotros nunca debe haber duda acerca de por lo menos dos cosas: La primera es que “no es de vosotros”; y la segunda es que “no es de vosotros para que nadie se gloríe”.
Entonces alguien pregunta ¿Por qué?
Bueno, yo digo: ¡es que yo soy como yo soy y usted es como usted es!
¿Usted podría imaginarse como un ser todopoderoso y, aun así, esencialmente bueno?
Inmediatamente que algunos logros aparecieren en el horizonte más trivial – no importa si promociones o ya sean revelaciones – el individuo ya comienza a cambiar.
Llega a tal punto en que la persona habla de sí misma como si fuese una “tercera persona”, un ente diferenciado de él mismo- como si yo me refiriese a mis gustos como “al pastor Caio le gusta eso”-y que pasa a ser tratado como el santo del propio “santo”.
¡Es cuando yo soy el santo de mi mismo!
El poder en las manos del hombre tiene que hacerse ejercer con aguijón en su carne
Y gracia en la vida humana tiene que ser experimentada en la debilidad.
De lo contrario, el ser se convierte en diablo.
¡Así, se aprende que es mejor tener revelaciones y aun así tener que convivir con el mensajero de Satanás que nos abofetee, a que tener apenas reflexión de poder humano y de sabiduría humana, sin cualquier aguijón en la carne!
Y peor: sin también tener la satisfacción de oír a Jesús decir: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.
No es necesario buscar un aguijón, ¡el nos encuentra!
No se tiene que buscar una debilidad, ¡ella ya existe en nosotros!
No se tiene que hablar del asunto, ¡pues el asunto tiene su propia voz!
El secreto es aceptar el hecho y no dejar de buscar y de conocer todos los pisos del tercer cielo, sabiendo que no es mi virtud la que me lleva tan alto, sino la Gracia que usó mi debilidad para revelar tanto, a quien antes de todo ya sabe que no tiene de que gloriarse.
EL AGUIJÓN EN LA CARNE DE PABLO INTERESA MUY POCO SABER CUAL ERA. LO QUE INTERESA SABER ES PORQUE ÉL TENÍA QUE ESTAR ALLÍ.
Caio Fabio